Congregación

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Identidad

La Comunidad viatoriana es un don del Espíritu a la Iglesia y al mundo. Es fruto de una llamada dirigida a personas comprometidas en estados de vida diferentes: vida religiosa, vida secular, incluso ministerios ordenados, que caminan en el seguimiento de Jesús y viven el Evangelio según el carisma querbesiano actualizado en el carisma viatoriano.

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Misión

La misión de la Comunidad viatoriana es anunciar a Jesucristo y su Evangelio, y suscitar comunidades en las que se viva, se profundice y se celebre la fe (C. n° 8).

Los Viatores religiosos y los Viatores asociados son co­rresponsables en esta misión y se esfuerzan en realizarla a través de su trabajo de educadores, de sus tareas pastorales, profesio­nales y domésticas.

Ponen el acento en la proclamación de la Buena Noticia de Jesucristo, en particular entre los jóvenes y los desfavore­cidos de nuestro tiempo (Cf. C. n° 9), y en el compromiso en favor de la paz y de la justicia social. Privilegian especialmente la catequesis de los niños y de los adultos y la vida litúrgica.

Según el proyecto del Fundador que les quería “clérigos parroquiales” y por su historia, los Viatores están llamados, don­dequiera que se encuentren, a colaborar con la Iglesia local, haciendo valer su carisma en una actitud de escucha y diálogo con su obispo y los otros agentes pastorales (Cf. C. n° 8).

Colaboran con los laicos, hombres y mujeres de su entor­no, acogiendo y sosteniendo especialmente a las personas que en el desarrollo de la misión viatoriana “se comprometen en nom­bre de los valores evangélicos” y participan, según sus posibili­dades, en la vida espiritual y fraterna de la Comunidad viato­riana local.

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Espiritualidad

La Comunidad viatoriana recoge la herencia espiritual del P. Luis Querbes quien, a través de la práctica de las “virtudes ordinarias”, se alimentó de una “fe viva e ilustrada” y de una “confianza sin límites en la Providencia”.

Esta espiritualidad se desarrolla en la misión ejercida con un “celo ardiente y desinteresado” en las actividades educativas, litúrgicas, caritativas, profesionales o simplemente cotidianas.

Los Viatores renuevan sin cesar esta tradición salvaguar­dando siempre el “sentimiento de la presencia de Dios”, la meditación de la Palabra y la celebración de la Eucaristía.

De esta forma se unen acción y contemplación, tanto en los asociados como en los religiosos, según la familiar divisa del P. Luis Querbes: que es siempre y en todas partes: “Adorado y amado sea Jesús!” (DQ. passim).

Los Viatores dan acentos propios a esta espiritualidad de acuerdo con su cultura; y se distinguen especialmente por su devoción a María.

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